29 de desembre del 2010

Record de Warnia Zarzecka

Fa uns mesos vaig publicar un post sobre l'escultora Warnia Zarzecka. Es tracta d'una escultora poc coneguda i que no ha rebut ni el tractament ni el reconeixement que es mereixeria des del món del pessebre. Arrel de la publicació d'aquell post he rebut un interessant i emotiu text de la seva neboda, Amelia de Cortada Rauert, que ens parla de Warnia Zarzecka. El reprodueixo a continuació.


Referente a las figuras de Warnia Zarzecka
La lectura de un escrito publicado por Albert Dresaire Gaudí leído en Internet, me ha proporcionado un día feliz, ya que ha originado una copiosa lluvia de recuerdos de mi juventud.
Ella era una mujer con una gran personalidad, artista polifacética y con un gusto exquisito, escultora y pintora.
Cuando enviudó en Francia decidió venir a vivir con sus dos hijos a Barcelona. Su esposo D. Fernando de Cortada Oliveros era el hermano mayor de mi padre. Se instaló en esta ciudad y con mu y buen criterio empezó su trabajo en un taller cerca del Paseo de Gracia. Combinó su trabajo con la enseñanza de las Bellas Artes. Impartía las clases a muchos alumnos, hijos de familias conocidas barcelonesas.
El taller respiraba un ambiente bohemio y acogedor donde se percibía el alma artista de quien lo dirigía. Cualquier rincón inspiraba para hacer unas notas. No faltaban las anémonas con sus delicados colores, vasijas de cristal antiguo traídos de su estancia en otros países. Ramas de pino todavía impregnadas de resina, eucalipto y otras plantas como la yedra que servían para dibujar e interpretar de diferentes maneras. Te sentías inmerso en la naturaleza, nada tenía que ver con la rigidez de los dibujos al carbón, que tan poco me gustaban y que allí ya no hice nunca más. Eran unas clases variadas y practicábamos diferentes técnicas. Todo era maravilloso y me sentía muy bien en aquel taller, con su estufa de leña y una gran tetera humeante y sus muchos detalles que no olvidaré.
En aquella época se dedicaba mucho a la escultura. Ví excelentes bustos, para mí la escultura era su fuerte. Tenía cuadros al óleo y muchas acuarelas. En una habitación contigua donde daba las clases había un torno donde modelaba vasijas de arcilla que luego cocía al horno gracias a la amabilidad del célebre ceramista Llorens Artigas. Eso fue el detonante a elegir después mi ingreso en la escuela Massana, donde escogí la técnica de la cerámica; siguiendo todos los cursos.
Una de las obras importantes de la escultora en aquella época, fué un Via Crucis, obra escultórica en relieve para la Iglesia de San Miguel de los Santos, en la calle Escorial de Barcelona, por encargo del Dr. Masdexexas Pbro.
No viví muy de cerca el nacimiento de las figuras de pesebre, se crearon después de mi marcha, pero si que lo fuí siguiendo. Son deliciosas, espontáneas y muy cercanas,. Con profusión de detalles y vivos colores en sus típicas vestimentas. Marcó un paso adelante en este tema. En la feria de Santa Lucía muchos extranjeros que nos visitaban supieron apreciar lo que en ellas se exponía: arte popular y un paso más adelante.
Su hija conserva todavía muchas figuras que quedaron inacabadas. A mi me entristece ver este trabajo truncado y que no tiene continuidad.
Mi Belén luce cada año encima de un mueble principal con las figuras de Warnia Zarzecka. Ellas están allí y nos recuerdan a ella y su pequeña gran obra. En la caja donde las guardo cuidadosamente envueltas les acompaña un escrito del conocido periodista Manuel del Arco, publicado en La Vanguardia, que habla de ella y sus figuras del pesebre.
Aquí termino mi testimonio sobre la obra de mi querida tía Susana que tanto admiré por su arte, fuerza y tesón y por todo lo que aprendí junto a ella en aquel “Atelier” en el que se hablaba francés y castellano.
Amelia de Cortada Rauert
Barcelona 15 de noviembre de 2010